El gran esfuerzo realizado por el rechoncho cura en la redención del criminal Flambeau inspira esta página, que no pretende tanto redimir a nadie como indagar en la naturaleza humana a partir de las armas de la razón.
Reconocemos que solo desde la recta razón se cosecha buena teología, labor a la que aspiramos pues no escondemos nuestra condición creyente cristiana. Y aun defendiendo el desapego al mundo, afirmamos nuestro compromiso con la sociedad y nuestra preocupación por la epidemia de indiferencia moral que la achaca.
Resulta evidente que los temas a tratar son diversos, pues nada humano nos puede ser ajeno. Se procurará que el rigor marque el camino, pero sin que sirva de excusa para evitar asuntos delicados o especialmente polémicos. A menudo, más que exponer, se intentará provocar, por lo que estaremos siempre abiertos a la participación del lector, dentro de los límites de la buena educación.
El debate será siempre celebrado. No pretendemos aquí convencer a nadie, pero sí dar razones de todo, o casi. Como nuestra ambición es elevada, nuestra capacidad y competencia limitaran el éxito de la empresa. Desde ahora, perdimos disculpas por ello.
Dicho esto, sean todos bienvenidos a Siguiendo a Flambeau.
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